Los ojos de los insectos son llamados “ojos compuestos” y están conformados por cientos de diminutas unidades ópticas. Una abeja, por ejemplo, posee 30 mil de estas unidades u “ommatidias”, y cada una ubicada con un ángulo ligeramente distinto, lo cual le otorga una visión de tipo “gran angular”, increíblemente eficaz para detectar movimiento.
Los científicos crearon un pequeño molde con más de 8 mil microlentes perfectamente alineados, dando como resultado algo muy similar al ojo de un insecto, Aunque actualmente este dispositivo no ha sido conectado a cámaras especializadas, está planeado hacerlo pronto para probar la resolución y la capacidad de detección de los colores.
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