martes, 28 de junio de 2011

Los bebés saben reconocer a qué se debe un fracaso

Un estudio del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), en Estados Unidos, ha analizado la respuesta de varios bebés de 16 meses cuando su juguete no funcionaba. Los resultados, publicados en la revista Science, muestran que los niños tienen una alta capacidad racional para deducir cuál es el causante del fallo (ellos o el objeto) y, en función de esto, pedir ayuda o explorar otro juguete.

Para analizar la capacidad inductiva y de aprendizaje de los bebés, Hyowon Gweon y sus colegas mostraron juguetes de tres colores (verde, amarillo y rojo) a niños de 16 meses. Cuando el experto presionó el botón del juguete verde, sonó música, pero cuando lo hicieron los pequeños, no funcionó. Éstos creyeron que cometían un error y cedieron el juguete a sus padres para que les ayudaran. En cambio, cuando los menores recibieron el juguete amarillo y tampoco se oyó música, dedujeron que el juguete no funcionaba y lo intentaron cambiar por el rojo.

“Uno de los problemas a los que nos enfrentamos con frecuencia cuando interactuamos con el mundo es entender qué aspectos se deben a nuestras acciones o al mundo exterior, lo que es especialmente importante cuando no obtenemos éxito, ya que esta atribución determinará nuestra próxima acción”, explica Gweon. Según el investigador, los niños poseen una alta capacidad para hacer deducciones inductivas con pocos datos, lo que les permite aprender de manera rápida y precisa.

Aunque el estudio se ha realizado en bebés, “los resultados también pueden extenderse a la capacidad de aprendizaje de los adultos con independencia de su edad”, apunta Gweon. Y es que toda persona puede inferir racionalmente la causa de un fallo. “El ser humano es un aprendiz racional armado con un mecanismo potencial para hacer inferencias inductivas, del que ya disponemos antes de ir a la escuela”, subraya el científico en declaraciones a la Agencia SINC. Sin embargo, algunos adultos han desarrollado prejuicios sobre sí mismos debido a su interacción con el mundo. Así, “si alguien suele pensar que cuando algo va mal siempre es por su culpa, esta creencia puede anular lo sugerido por el estudio”, puntualiza el investigador.

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